martes, 25 de enero de 2011

Guía rápida de las fibras textiles (II)

FIBRAS VEGETALES



Hoy continuamos con otras dos fibras vegetales, el bambú y la soya o soja, de los que se ha hablado y escrito "largo y tendido" últimamente. Así mismo. aprovechamos la ocasión para inaugurar nueva sección: "guía de fibras textiles", dentro de "Hemos hablado de..." (en la columna de la derecha) para que con un solo click puedas visualizar juntas todas las entradas que publiquemos en torno a este tema.

El *bambú* destaca por su extraordinaria y deliciosa suavidad, por su caída, por proceder de una planta de rápida regeneración –aunque se da la lamentable paradoja de que, en muchas ocasiones se están talando bosques para dedicarlos a plantaciones de bambú...– y otras cualidades excepcionales: es un antibacteriano natural, por lo que no requiere apenas pesticidas a la hora de cultivarlo, repele olores, posee una gran capacidad de absorción...

Hasta ahí, con la salvedad de lo de los bosques, todo bien, la pega está en el procesado, es decir, la “operación” que transforma la planta en fibra textil. Hay dos métodos, ambos muy trabajosos: uno mecánico, que consiste en triturar y deshacer la planta (hojas y tallo) mediante enzimas naturales, con lo que las fibras obtenidas ya pueden ser tejidas. El resultado es el llamado "lino de bambú", pero el hecho de tratarse de un proceso manual lo encarece mucho, con lo cual, lo habitual es que se recurra al método químico. En este, se emplean productos como lejía y solventes altamente contaminantes (igual que ocurre en el caso de la soja o el rayón-viscosa), que hacen que, finalmente, el bambú pierda su “status” ecológico. Una lástima...

En cuanto a la *soya* también llamada *soja*, ya os hemos dado alguna pista. Entre sus cualidades está ser un tejido suave y ligero (podría llegar a considerarse el sustituto vegetal de la seda) con propiedades antibacterianas. Se dice también que alivia la dermatitis atópica de los bebés, estimulando la producción de colágeno de la piel –por lo que se ha utilizado especialmente en la confección de prendas interiores para los más pequeños–. Pero sobre todo, su rasgo más destacado es su capacidad para filtrar los rayos ultravioleta –por tratarse de una planta con componentes celulósicos–. El inconveniente –ya os lo comentamos hablando del bambú– vuelve a ser el procesado, a base de productos químicos, y además el precio, que oscila entre un 60 y un 70% más caro que el algodón, si bien es posible que con el reciente encarecimiento de este, la diferencia se haya reducido notablemente.

En el próximo post dedicado a fibras textiles, el tercero ya, hablaremos del Cáñamo y el Lyocell.

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